ASOCIACIONES
GADITANAS (V): JUNTA PATRIÓTICA DE SEÑORAS DE CÁDIZ DE FERNANDO SÉPTIMO. 1811
Foto de cigarreras de la Fábrica de Tabacos de Cádiz. La Junta Patriótica aunó en sus objetivos a mujeres provenientes del mundo del trabajo como a la aristocracia tanto autóctona como refugiada. Foto de los Archivos de Altadis.
En noviembre
del año 1811 se fundó la primera asociación exclusivamente formada por mujeres
que hemos encontrado en el siglo XIX y que se denominó Junta Patriótica de
Señoras de Fernando Séptimo de Cádiz. A mitad de camino entre la beneficencia y
el altruismo patriótico, nació posiblemente por una petición de la Junta
Superior de Gobierno de Cádiz solicitando la colaboración para dotar a los
ejércitos españoles de vestuario y complementos adecuados para su labor de
defensa frente a los invasores. El guante fue recogido por “una gaditana” que lanzó
un llamamiento a través de la prensa para hacer realidad este objetivo mediante
una asociación. Los primeros pasos para
su establecimiento los dió Engracia Coronel que, junto a otras señoras,
solicitaron el correspondiente permiso a la regencia, que no sólo accedió a la
petición sino que también les facilitó algunos fondos. Eligieron una doble
presidencia representada por la Marquesa de Casa-Rábago y por la Marquesa de Villafranca, "aunque
fuese forastera". También la secretaría era geminada, siendo el cargo
desempeñado simultáneamente por María Lorenzo Figueroa Montalvo y María
Gertrudis Carasa.
Plano de Cádiz en 1812 donde se muestra la división por barrios
En
la sesión inaugural su principal promotora, Engracia Coronel, nos señalaba en
un sentido discurso que el fin para el que se habían reunido era allegar dinero
y vestuario para los ejércitos. Un viento democrático inspiraba el deseo
de la fundadora que expresaba “…todas
somos iguales en voto y representación, porque nos reune un propio espíritu, un
idéntico deseo, y una misma satisfacción”. Poco después redactaron unos
estatutos. En la representación directiva aparecían tres depositarias que se encargaban
respectivamente de los efectos, de vestuarios y, una tercera, de prendas y
donativos. Estaba organizada por barrios teniendo cada uno dos encargadas
denominadas comisarias. La ciudad estaba dividida en esos momentos en 17
barrios, pero consideraron excesivamente amplios tres de ellos que, a su vez,
fragmentaron en dos por lo cual quedó estructurada en 20 unidades
administrativas.
En el centro el uniforme de un oficial del Regimiento de Guadix
Conocemos que sus asociadas
elaboraron sacos de todas clases, hilos,
sábanas y almohadas para los hospitales. Pero su principal objetivo fue la
dotación de vestuario militar adecuado. Ya el mismo día de su fundación la
Asociación recibió tres oficios solicitando ayuda para diversos cuerpos de
ejército. El primero solicitaba morriones y zapatos para cuarenta zapadores
que, por no disponer de dichas prendas, no podían incorporarse al quinto
ejército. Las propias asociadas hicieron frente con sus donativos a tal ruego.
Un segundo escrito, enviado por Don Francisco Chipelle, comisionado del Conde
de Penne Villamar, demandaba auxiliios para las tropas de este general. Su
petición fue atentida inmediatamente, suministrando los géneros para la
confección de camisas y chalecos para setecientos soldados.
Pero
sin duda fue el requerimiento del coronel del Regimiento de Guadix el que
provocó la movilización más notable de la Junta de Señoras. Perfectamente
organizadas recorrieron todas las casas de la ciudad para conseguir subscripciones
que hiciesen frente al elevado coste del vestuario completo del referido
cuerpo. Trabajo que, además, se completó con el reparto de labores de costura
realizadas por las propias señoras y otras colaboradoras, dejando parte de las
hechuras a profesionales de la costura “cuya construcción no es buena si no se
hacen por mano de oficial”. El rápido
resultado final se concretó el 23 de abril de 1812 con la entrega de 850
vestuarios completos a la tropa,
celebrándose tal acontecimiento con una celebración religiosa y el
reparto por las propias señoras de un rancho especial a los soldados, compuesto
por arroz, carne, tocino, pan, vino y naranjas. Música e himnos patrióticos
completaron la feliz jornada.
Estatutariamente se comprometían a
publicar sus presupuestos dos veces al año. Así, al finalizar el año 1812
presentaban unas exhaustivas cuentas que arrancaban desde su fundación. En el apartado de gastos destacaban las
facturas de paño, lienzo, hechuras, mochilas, zapatos, correas y galones. También aparecían partidas que confirmaban la
adquisición de instrumentos musicales como trompetas y tambores. En la relación se especifica que el
destino de tales gastos era vestir al Regimiento de Guadix y a la Artillería Volante. Aparte de esto,
sólo se contemplan gastos para pagar a cuatro imprentas gaditanas, al
escribiente de la secretaría y 30 billetes de la lotería nacional.
Los ingresos provenían
especialmente de las suscripciones y de los donativos de particulares. Destacaron
las aportaciones del capítulo de lo proporcionado
por entregas por una vez, que se cuantificaba
de acuerdo con su división organizativa por barrios. Consecuentemente con las
posibilidades económicas de sus habitantes observamos cantidades que van desde
los exiguos 345 reales del barrio de Santa María y Merced, los 2.922 de la
Viña, los 3.951,17 de Capuchinos o los 4.029,24 de San Roque y Boquete hasta lo
recolectado en los barrios más pudientes como los 25.206 de San Antonio, los
25.390 de la Cuna o los 29.994 de Nuestra Señora de Candelaria. Otros donativos
fueron recibidos de particulares diversos, entre los que se encontraban
comerciantes, los editores de El Conciso,
embajadores y cónsules de diversos países así como del nuncio de su Santidad,
un diputado en Cortes por Lima, el obispo de Plasencia o el comandante en jefe
de las fuerzas inglesas. Pero, por la cantidad aportada destacaron sobremanera
las aportaciones realizadas desde La Habana y
Veracruz en onzas de oro, monedas de plata e incluso un cajón de plata
labrada.
La colaboración de las autoridades
americanas, contactando con las damas de los dominios ultramarinos para que
colaborasen en el proyecto, fue fundamental para formar los comités de socias
comisionadas que enviaron tan notables donativos. La Marquesa de Someruelos fue
la presidenta de la Junta de la capital cubana, pero en la misma ciudad fue
loable la actividad desplegada por María Ignacia Sayas de Samanat que, en un
empeño personal visitando a ricos y a esclavos, consiguió hasta 200 onzas de oro
que fueron enviadas a la Junta de Cádiz.
Cuentas publicadas en EL CONCISO el 10 de febrero de 1813
El celo por la transparencia de sus
cuentas las llevó incluso a ofrecerlas mensualmente, pero desistieron por el
propio coste económico de la impresión además de “por ser un escrito demasiado
difuso para ser insertado en un periódico”.
Fueron igualmente obteniendo aportaciones económicas
tanto desde otras ciudades americanas como la mejicana Campeche, como desde los
municipios españoles que iban siendo liberados de la ocupación francesa. La
estrategia utilizada debió ser semejante a la realizada con las señoras de
Sevilla. Una proclama dirigida al conjunto de damas de la ciudad, y firmada por la secretaria de la Junta
gaditana, informaba de los fines que perseguían y de los logros obtenidos,
solicitando a continuación la formación de sociedades similares “convidándolas
a que formen una subscripción mensual o donativo, que contribuya a moderar las
inmensas fatigas con que compran nuestra libertad los ilustres defensores de
ella”. En Sevilla la convocatoria debió
surtir un rápido efecto, puesto que una comisión formada por la Marquesa de la
Granja, la Condesa de Mejorada y la
Condesa viuda de Montelirios envió invitaciones personalizadas para el logro de
suscripciones. De igual manera debieron
crearse otras Juntas en Zafra, Jerez de la Frontera, el Puerto de Santa María,
Málaga y Écija.
Al ser liberado Fernando VII de su
secuestro en Francia, la Sociedad organizó un acto religioso de acción de
gracias. Su labor de ofrecer vestuario a las tropas continuó después incluso de
terminada la guerra, como lo demuestra la entrega de un importante conjunto
de vestuario y complementos para el
Regimiento de Caballería de la Reina avanzado ya el año 1815. Estimando finalizados los objetivos por los
que se había creado o, por ejemplo, la remitieron al Ayuntamiento un memorial
que acompañaba con unos anexos sobre sus actividades informando de su intención
de disolverse.
El Municipio creó una comisión que
agradeció el trabajo de la corporación y elogió especialmente a las asociadas
que se dedicaron sin apenas límites al desempeño de las comisiones que les
fueron encargadas. De igual manera la
Asociación entregó al rey un donativo de quince zurrones de añil. En
agradecimiento, el 27 de julio del mismo año, el rey les concedió como
distinción un brazalete de oro que se debería ceñir en el brazo izquierdo, y
sólo con el traje de ceremonia, en el que estaba grabado la cifra de Fernando
VII y el lema "A la Junta Patriótica de Señoras de Cádiz". El 5 de
agosto, después de agradecerle la consideración tenida, solicitaban del monarca
la “anuencia para su cesación”.
El
espíritu de esta Junta volvió a manifestarse a finales de 1819 cuando una epidemia en Chiclana la hizo renacer para recabar limosnas para ayudar a los enfermos de dicha localidad.
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