ASOCIACIONES GADITANAS (IV):
En
el año 1872, y amparada por la Sociedad
Económica Gaditana de Amigos del País, surgió la Sociedad Protectora de
Animales y Plantas de Cádiz. Primera de tal nominación establecida en
España, estuvo ubicada en la Plazuela
de la Oca número 1. Su fundador fue Ambrosio Grimaldi, profesor de dibujo y
periodista que evolucionó desde tendencias cercanas al Partido Progresista (a finales de los años 30 en la primera época
de El Nacional) vinculándose posteriormente al Partido
Demócrata.
Como en el caso de otras sociedades
que hemos estudiado, su origen se sitúa en una tertulia que su impulsor
organizaba “sobre puntos tomados de la Historia Natural”. El número de
integrantes fue progresivamente incrementándose, decidiéndose el 18 de mayo de
1872 iniciar el proceso de creación de una asociación. Si bien ya existían en
otros países entidades protectoras de animales, la Sociedad gaditana tuvo como
elemento original la extensión de la idea conservacionista a las plantas. El 18
de junio siguiente se realizó la reunión constituyente, contando ya con 75
miembros, eligiéndose la junta directiva provincial recayendo el cargo de
presidente en Ambrosio Grimaldi. Esta junta se encargaría de redactar los
estatutos, teniendo como base diez puntos del pensamiento proteccionista que
incluía los siguientes aspectos:
1.-
Extensión del protectorado a los animales y vegetales.
2.-
Educación de los animales, cultivo de plantas, aclimatación y mejoramiento de
las especies de uno y otro reino.
3.-
Concurrencia de la mujer.
4.-
Introducción en las escuelas de las ideas protectoras.
5.-
Propagación activa y enérgica.
6.-
Solicitud y sostenimiento de las relaciones internacionales.
7.-
Reclamación en su día de leyes protectoras.
8.-
Prohibición absoluta de asistir a las corridas de toros, riñas de gallos, …
9.-
Establecimiento de un jardín zoológico.
10.-
Derecho de asistir a las reuniones públicas y privadas, concedido a los señores
directores de los periódicos locales, con voz y voto.
Su filosofía de la protección quedaba
definida en uno de sus documentos que, por su interés, transcribimos integro:
“El hombre es el más cruel de todos los seres creados. Ese rey de la naturaleza
llama feroces a los animales que no ha podido sujetar a su voluntad, y que son
hostiles a él y a las especies diferentes de la suya. Sin embargo es preciso
reconocer que la crueldad de los animales tiene por causa el instinto de
conservación, mientras que la del hombre reviste todas las formas de
destrucción que sus pasiones le sugieren”.
Para
adquirir la calidad de socio se podía optar por una de las siguientes fórmulas:
o ser presentado por otro socio o pedirlo directamente en secretaría. A cada
socio se le hacía entrega de un diploma acreditativo de su condición, además de
un reglamento de la Sociedad que devengaba una cuota de ingreso estipulada en
tres pesetas. Aparte cada asociado satisfacía una cuota mensual de una peseta.
Ni las señoras ni los socios corresponsales pagaban cantidad alguna,
solicitándoles a estos últimos bien un libro para la biblioteca o bien una
planta notable para el Jardín.
El 18 de abril de 1873 fallecía
Ambrosio Grimaldi, propulsor y primer presidente de la Sociedad. El impacto de
la pérdida y, probablemente también, la sucesión de los acontecimientos
políticos de la época provocaron la paralización de actividades, reanudándose
las sesiones el 14 de mayo de 1874 con la reorganización de la junta directiva
que quedó presidida por Juan Copetiers.
En el artículo sexto de su
normativa preveía la creación en las escuelas de sociedades infantiles, para lo
cual elaboró un modelo de estatutos que distribuyó a los directores de los
colegios gaditanos. Establecía en el artículo cuarto de este modelo que los
objetivos de estas secciones infantiles eran la “propagación y práctica de la
idea proteccionista en animales y plantas, el rechazar y combatir la asistencia
y fomento de aquellos espectáculos públicos que, como las corridas de toros y
riñas de gallos, hacen sufrir cruel e innecesariamente a los animales y evitar
por todos los medios posibles el mal trato, tanto de estos como de las plantas
útiles”.
El
director de la escuela se convertía en el presidente nato de estas
Asociaciones, que disponían de una junta directiva compuesta por los alumnos
asociados y que elaboraban reglamentos particulares. Para favorecer los fines
perseguidos los alumnos debían expandir por otras escuelas la filosofía
proteccionista, celebrando frecuentes conferencias y utilizando el Boletín de la Sociedad como medio de conocimiento en el aula, exhortándoles
a participar publicando trabajos en el periódico. Se premiarían los hechos más notables de los
asociados en materia ambiental, adjudicándose premios anuales, celebrando
sesiones cada aniversario, estableciendo unos rasgos unitivos como era la utilización
de distintivos particulares y considerando como “hermanos” al resto de los
miembros de las diferentes secciones infantiles de la Sociedad. El asociado se
comprometía voluntariamente a no asistir a corridas de toros ni a otros
espectáculos de lucha entre animales, además de cuidar de los jardines y
montes.
No tenemos datos que nos permitan
conocer la difusión práctica de los objetivos perseguidos con la creación de
sociedades infantiles, pero sí sabemos del empeño propiciatorio que desde la
directiva se dio para su consecución. En
1876 organizó un certamen que
recompensaría la mejor manera de propagar la protección de animales y plantas
en las escuelas primarias, contando con un premio que fue aportado por uno de
sus asociados. En una solemne sesión
pública se dió lectura al acta que daba a conocer el fallo del jurado, que
otorgaba el galardón al catedrático del Instituto Provincial de Cádiz Don
Alfonso Moreno Espinosa por su obra Los seres inferiores que fue impreso en 1878 en Cádiz.
En ese mismo acto académico el secretario
de la sociedad, Don Romualdo Álvarez Espino, también catedrático del mismo
instituto que el premiado, ofreció una conferencia sobre la importancia de la
extensión de la idea proteccionista en las escuelas. La adscripción krausista
tanto del premiado como del disertador convergían en la esperanza de que la
educación de los niños y de los adolescentes se convirtiese en objetivo
prioritario para la reforma de la sociedad española. No es pues de extrañar que en el discurso la
continua alabanza de la infancia llegase a afirmaciones como “disponer del niño
es disponer del hombre: dominar la Escuela es dominar las naciones”,
abandonando cualquier regeneración de los adultos por “cuánto cuesta y cuán
difícil es desarraigar errores de espíritus ya viriles”. No debemos olvidar que
en 1876, año de la convocatoria del concurso, el también krausista Don
Francisco Giner de los Ríos se encontraba confinado en el gaditano castillo de
Santa Catalina, lugar donde, al parecer, gestó la influyente Institutición Libre
de Enseñanza que abundaba en las mismas ideas.
Entre otros logros de la Sociedad
Protectora encontramos que el Ayuntamiento de Cádiz añadiese en las ordenanzas
municipales algunos artículos que castigaban con multas a los que ejerciesen
actos de crueldad con los animales.
Pero fue su actividad antitaurina la que le dispensó un amplio
conocimiento internacional. En agosto de 1875, siendo ya presidente Juan
Copetiers, abrió un concurso para premiar a la mejor memoria sobre dicho tema.
Se presentaron veinticinco trabajos. El trofeo consistió en 500 francos donados
por la viuda de Daniel Dollfus, enviados desde la ciudad francesa de Mulhouse,
y la publicación de las premiadas. Con posterioridad, la cogida del afamado
diestro Frascuelo propició una exposición sobre la supresión de las corridas
que fue remitida al Ministerio de Gobernación. A finales del año 1879 la
Sociedad, apoyada por diecinueve sociedades extranjeras, envió una instancia al
rey Alfonso XII para que ordenase la supresión de los espectáculos taurinos del
programa de celebraciones que se habrían de celebrar con motivo de su
boda.
Igualmente sabemos que premiaba a
los que favoreciesen la aclimatación de plantas exóticas o propagasen las
indígenas útiles. En 1880 organizó una
exposición de flores y plantas en el mismo lugar que un año antes había servido
como sede de la Exposición Regional. Para tal certamen estableció una
clasificación de productos a exponer, que dividió en cuatro clases,
desarrollando un concurso simultáneo que premiaba los objetos destinados a
mejorar la suerte de los animales. Asimismo, para tal actividad editó un
reglamento de veinte artículos firmado el 15 de mayo.
Desde julio de 1874 publicaba
mensualmente el Boletín de la Sociedad
Protectora de los Animales y las Plantas de Cádiz, que añadía el lema “Compasión, Justicia,
Higiene, Civilización, Moral”. Los ejemplares estaban preparados para
encuadernarse por años (de julio a junio,) editando cinco tomos hasta junio de
1879. En los ejemplares consultados hemos encontrado referencias a la propia
vida asociativa con la publicación de las memorias anuales y extractos de las
sesiones directivas. Además, aparecen multitud de artículos sobre la vida y curiosidades de animales, cultivo de plantas y flores, junto a otros de defensa de la conservación
de la naturaleza. Entre sus afiliados honorarios contaba con destacados
miembros de las sociedades protectoras de Londres, París y Palermo, además de
un curioso Mister James Lick de la californiana ciudad de San Francisco. También
tenía un centenar de socios residentes, y disponía de multitud de
corresponsales en diversos pueblos y ciudades de España, así como en Berlin,
Gibraltar, Hamburgo, Mont de Lans (Francia), Oporto, Oran, París, San
Francisco, Veracruz y Wies Baden (Alemania). Desde
julio del año 1879 la publicación
pasó a denominarse Anuario de la Sociedad Protectora de los Animales y las Plantas de
Cádiz pero con una estructura semejante de cuadernillos mensuales. La
Sociedad tuvo existencia hasta 1885.