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jueves, 28 de septiembre de 2017

CALENDARIOS FOURNIER CON PIE DE IMPRENTA EN ANVERSO


En el año 1961 Fournier imprimió este calendario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro para anunciar una Empresa Harinera de Portugal. El reverso como se puede observar el clásico de la imprenta de Vitoria pero con el reverso en portugués y curiosamente la primera linea de cada semana comenzando en domingo frente al habitual lunes que suele indicarse en los españoles.


En 1966 y 1968, al menos, una tienda de confecciones gaditana realizó un modelo semejante utilizando el mismo modelo en anverso de la MADRE DEL PERPETUO SOCORRO también impreso por Fournier como se puede observar en el pie pero con un reverso que debió realizarse con alguna imprenta local pues no coincide con los formatos clásicos de Fournier. 
La calidad y el tamaño es semejante a los modelos de la imprenta alavesa. Intuyo que la tienda compraba las estampas con los reversos en blanco que luego encargaba para completar la información.

sábado, 23 de septiembre de 2017

JUNTA PATRIOTICA DE SEÑORAS DE CÁDIZ DE FERNANDO VII. 1811

ASOCIACIONES GADITANAS (V): JUNTA PATRIÓTICA DE SEÑORAS DE CÁDIZ DE FERNANDO SÉPTIMO. 1811

Foto de cigarreras de la Fábrica de Tabacos de Cádiz. La Junta Patriótica aunó en sus objetivos a mujeres provenientes del mundo del trabajo como a la aristocracia tanto autóctona como refugiada. Foto de los Archivos de Altadis.


             En noviembre del año 1811  se fundó la primera  asociación exclusivamente formada por mujeres que hemos encontrado en el siglo XIX y que se denominó Junta Patriótica de Señoras de Fernando Séptimo de Cádiz. A mitad de camino entre la beneficencia y el altruismo patriótico, nació posiblemente por una petición de la Junta Superior de Gobierno de Cádiz solicitando la colaboración para dotar a los ejércitos españoles de vestuario y complementos adecuados para su labor de defensa frente a los invasores. El guante fue recogido por “una gaditana” que lanzó un llamamiento a través de la prensa para hacer realidad este objetivo mediante una asociación.  Los primeros pasos para su establecimiento los dió Engracia Coronel que, junto a otras señoras, solicitaron el correspondiente permiso a la regencia, que no sólo accedió a la petición sino que también les facilitó algunos fondos. Eligieron una doble presidencia representada por la Marquesa de Casa-Rábago y  por la Marquesa de Villafranca, "aunque fuese forastera". También la secretaría era geminada, siendo el cargo desempeñado simultáneamente por María Lorenzo Figueroa Montalvo y María Gertrudis Carasa.

Plano de Cádiz en 1812 donde se muestra la división por barrios

En la sesión inaugural su principal promotora, Engracia Coronel, nos señalaba en un sentido discurso que el fin para el que se habían reunido era allegar dinero y vestuario para los ejércitos. Un viento democrático inspiraba el deseo de  la fundadora que expresaba “…todas somos iguales en voto y representación, porque nos reune un propio espíritu, un idéntico deseo, y una misma satisfacción”. Poco después redactaron unos estatutos. En la representación directiva aparecían tres  depositarias que se encargaban respectivamente de los efectos, de vestuarios y, una tercera, de prendas y donativos. Estaba organizada por barrios teniendo cada uno dos encargadas denominadas comisarias. La ciudad estaba dividida en esos momentos en 17 barrios, pero consideraron excesivamente amplios tres de ellos que, a su vez, fragmentaron en dos por lo cual quedó estructurada en 20 unidades administrativas.

                                 En el centro el uniforme de un oficial del Regimiento de Guadix
             Conocemos que sus asociadas elaboraron  sacos de todas clases, hilos, sábanas y almohadas para los hospitales. Pero su principal objetivo fue la dotación de vestuario militar adecuado. Ya el mismo día de su fundación la Asociación recibió tres oficios solicitando ayuda para diversos cuerpos de ejército. El primero solicitaba morriones y zapatos para cuarenta zapadores que, por no disponer de dichas prendas, no podían incorporarse al quinto ejército. Las propias asociadas hicieron frente con sus donativos a tal ruego. Un segundo escrito, enviado por Don Francisco Chipelle, comisionado del Conde de Penne Villamar, demandaba auxiliios para las tropas de este general. Su petición fue atentida inmediatamente, suministrando los géneros para la confección de camisas y chalecos para setecientos soldados.
Pero sin duda fue el requerimiento del coronel del Regimiento de Guadix el que provocó la movilización más notable de la Junta de Señoras. Perfectamente organizadas recorrieron todas las casas de la ciudad para conseguir subscripciones que hiciesen frente al elevado coste del vestuario completo del referido cuerpo. Trabajo que, además, se completó con el reparto de labores de costura realizadas por las propias señoras y otras colaboradoras, dejando parte de las hechuras a profesionales de la costura “cuya construcción no es buena si no se hacen por mano de oficial”.  El rápido resultado final se concretó el 23 de abril de 1812 con la entrega de 850 vestuarios completos a la tropa,  celebrándose tal acontecimiento con una celebración religiosa y el reparto por las propias señoras de un rancho especial a los soldados, compuesto por arroz, carne, tocino, pan, vino y naranjas. Música e himnos patrióticos completaron la feliz jornada.
            
             Estatutariamente se comprometían a publicar sus presupuestos dos veces al año. Así, al finalizar el año 1812 presentaban unas exhaustivas cuentas que arrancaban desde su fundación.  En el apartado de gastos destacaban las facturas de paño, lienzo, hechuras, mochilas, zapatos, correas y galones.  También aparecían partidas que confirmaban la adquisición de instrumentos musicales como trompetas y  tambores. En la relación se especifica que el destino de tales gastos era vestir al Regimiento de Guadix  y a la Artillería Volante. Aparte de esto, sólo se contemplan gastos para pagar a cuatro imprentas gaditanas, al escribiente de la secretaría y 30 billetes de la lotería nacional.
            

             Los ingresos provenían especialmente de las suscripciones y de los donativos de particulares. Destacaron las aportaciones del capítulo de  lo proporcionado por  entregas por una vez, que se cuantificaba de acuerdo con su división organizativa por barrios. Consecuentemente con las posibilidades económicas de sus habitantes observamos cantidades que van desde los exiguos 345 reales del barrio de Santa María y Merced, los 2.922 de la Viña, los 3.951,17 de Capuchinos o los 4.029,24 de San Roque y Boquete hasta lo recolectado en los barrios más pudientes como los 25.206 de San Antonio, los 25.390 de la Cuna o los 29.994 de Nuestra Señora de Candelaria. Otros donativos fueron recibidos de particulares diversos, entre los que se encontraban comerciantes, los editores de El Conciso, embajadores y cónsules de diversos países así como del nuncio de su Santidad, un diputado en Cortes por Lima, el obispo de Plasencia o el comandante en jefe de las fuerzas inglesas. Pero, por la cantidad aportada destacaron sobremanera las aportaciones realizadas desde La Habana y  Veracruz en onzas de oro, monedas de plata e incluso un cajón de plata labrada.

             La colaboración de las autoridades americanas, contactando con las damas de los dominios ultramarinos para que colaborasen en el proyecto, fue fundamental para formar los comités de socias comisionadas que enviaron tan notables donativos. La Marquesa de Someruelos fue la presidenta de la Junta de la capital cubana, pero en la misma ciudad fue loable la actividad desplegada por María Ignacia Sayas de Samanat que, en un empeño personal visitando a ricos y a esclavos, consiguió hasta 200 onzas de oro que fueron enviadas a la Junta de Cádiz.                        
Cuentas publicadas en EL CONCISO el 10 de febrero de 1813
            El celo por la transparencia de sus cuentas las llevó incluso a ofrecerlas mensualmente, pero desistieron por el propio coste económico de la impresión además de “por ser un escrito demasiado difuso para ser insertado en un periódico”.   Fueron  igualmente obteniendo aportaciones económicas tanto desde otras ciudades americanas como la mejicana Campeche, como desde los municipios españoles que iban siendo liberados de la ocupación francesa. La estrategia utilizada debió ser semejante a la realizada con las señoras de Sevilla. Una proclama dirigida al conjunto de damas de la ciudad, y  firmada por la secretaria de la Junta gaditana, informaba de los fines que perseguían y de los logros obtenidos, solicitando a continuación la formación de sociedades similares “convidándolas a que formen una subscripción mensual o donativo, que contribuya a moderar las inmensas fatigas con que compran nuestra libertad los ilustres defensores de ella”.  En Sevilla la convocatoria debió surtir un rápido efecto, puesto que una comisión formada por la Marquesa de la Granja,  la Condesa de Mejorada y la Condesa viuda de Montelirios envió invitaciones personalizadas para el logro de suscripciones.  De igual manera debieron crearse otras Juntas en Zafra, Jerez de la Frontera, el Puerto de Santa María, Málaga y Écija.

            
             Al ser liberado Fernando VII de su secuestro en Francia, la Sociedad organizó un acto religioso de acción de gracias. Su labor de ofrecer vestuario a las tropas continuó después incluso de terminada la guerra, como lo demuestra la entrega de un importante conjunto de  vestuario y complementos para el Regimiento de Caballería de la Reina avanzado ya el año 1815.  Estimando finalizados los objetivos por los que se había creado o, por ejemplo, la remitieron al Ayuntamiento un memorial que acompañaba con unos anexos sobre sus actividades informando de su intención de disolverse.



             El Municipio creó una comisión que agradeció el trabajo de la corporación y elogió especialmente a las asociadas que se dedicaron sin apenas límites al desempeño de las comisiones que les fueron encargadas.  De igual manera la Asociación entregó al rey un donativo de quince zurrones de añil. En agradecimiento, el 27 de julio del mismo año, el rey les concedió como distinción un brazalete de oro que se debería ceñir en el brazo izquierdo, y sólo con el traje de ceremonia, en el que estaba grabado la cifra de Fernando VII y el lema "A la Junta Patriótica de Señoras de Cádiz". El 5 de agosto, después de agradecerle la consideración tenida, solicitaban del monarca la “anuencia para su cesación”.


El espíritu de esta Junta volvió a manifestarse a finales de 1819 cuando una epidemia en Chiclana la hizo renacer para recabar limosnas para ayudar a los enfermos de dicha localidad.

jueves, 21 de septiembre de 2017

SOCIEDAD PROTECTORA DE ANIMALES Y PLANTAS DE CÁDIZ 1872

ASOCIACIONES GADITANAS (IV):

En el año 1872,  y amparada por la Sociedad Económica Gaditana de Amigos del País, surgió la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Cádiz. Primera de tal nominación establecida en España,   estuvo ubicada en la Plazuela de la Oca número 1. Su fundador fue Ambrosio Grimaldi, profesor de dibujo y periodista que evolucionó desde tendencias cercanas al Partido Progresista  (a finales de los años 30 en la primera época de El Nacional)  vinculándose posteriormente al Partido Demócrata.

             Como en el caso de otras sociedades que hemos estudiado, su origen se sitúa en una tertulia que su impulsor organizaba “sobre puntos tomados de la Historia Natural”. El número de integrantes fue progresivamente incrementándose, decidiéndose el 18 de mayo de 1872 iniciar el proceso de creación de una asociación. Si bien ya existían en otros países entidades protectoras de animales, la Sociedad gaditana tuvo como elemento original la extensión de la idea conservacionista a las plantas. El 18 de junio siguiente se realizó la reunión constituyente, contando ya con 75 miembros, eligiéndose la junta directiva provincial recayendo el cargo de presidente en Ambrosio Grimaldi. Esta junta se encargaría de redactar los estatutos, teniendo como base diez puntos del pensamiento proteccionista que incluía los siguientes aspectos:
1.- Extensión del protectorado a los animales y vegetales.
2.- Educación de los animales, cultivo de plantas, aclimatación y mejoramiento de las especies de uno y otro reino.
3.- Concurrencia de la mujer.
4.- Introducción en las escuelas de las ideas protectoras.
5.- Propagación activa y enérgica.  
6.- Solicitud y sostenimiento de las relaciones internacionales.
7.- Reclamación en su día de leyes protectoras.
8.- Prohibición absoluta de asistir a las corridas de toros, riñas de gallos, …
9.- Establecimiento de un jardín zoológico.
10.- Derecho de asistir a las reuniones públicas y privadas, concedido a los señores directores de los periódicos locales, con voz y voto.
                        
             Su filosofía de la protección quedaba definida en uno de sus documentos que, por su interés, transcribimos integro: “El hombre es el más cruel de todos los seres creados. Ese rey de la naturaleza llama feroces a los animales que no ha podido sujetar a su voluntad, y que son hostiles a él y a las especies diferentes de la suya. Sin embargo es preciso reconocer que la crueldad de los animales tiene por causa el instinto de conservación, mientras que la del hombre reviste todas las formas de destrucción que sus pasiones le sugieren”.

          Para adquirir la calidad de socio se podía optar por una de las siguientes fórmulas: o ser presentado por otro socio o pedirlo directamente en secretaría. A cada socio se le hacía entrega de un diploma acreditativo de su condición, además de un reglamento de la Sociedad que devengaba una cuota de ingreso estipulada en tres pesetas. Aparte cada asociado satisfacía una cuota mensual de una peseta. Ni las señoras ni los socios corresponsales pagaban cantidad alguna, solicitándoles a estos últimos bien un libro para la biblioteca o bien una planta notable para el Jardín.

             El 18 de abril de 1873 fallecía Ambrosio Grimaldi, propulsor y primer presidente de la Sociedad. El impacto de la pérdida y, probablemente también, la sucesión de los acontecimientos políticos de la época provocaron la paralización de actividades, reanudándose las sesiones el 14 de mayo de 1874 con la reorganización de la junta directiva que quedó presidida por  Juan Copetiers.



             En el artículo sexto de su normativa preveía la creación en las escuelas de sociedades infantiles, para lo cual elaboró un modelo de estatutos que distribuyó a los directores de los colegios gaditanos. Establecía en el artículo cuarto de este modelo que los objetivos de estas secciones infantiles eran la “propagación y práctica de la idea proteccionista en animales y plantas, el rechazar y combatir la asistencia y fomento de aquellos espectáculos públicos que, como las corridas de toros y riñas de gallos, hacen sufrir cruel e innecesariamente a los animales y evitar por todos los medios posibles el mal trato, tanto de estos como de las plantas útiles”.
El director de la escuela se convertía en el presidente nato de estas Asociaciones, que disponían de una junta directiva compuesta por los alumnos asociados y que elaboraban reglamentos particulares. Para favorecer los fines perseguidos los alumnos debían expandir por otras escuelas la filosofía proteccionista, celebrando frecuentes conferencias y utilizando el Boletín de la Sociedad  como medio de conocimiento en el aula, exhortándoles a participar publicando trabajos en el periódico.  Se premiarían los hechos más notables de los asociados en materia ambiental, adjudicándose premios anuales, celebrando sesiones cada aniversario, estableciendo unos rasgos unitivos como era la utilización de distintivos particulares y considerando como “hermanos” al resto de los miembros de las diferentes secciones infantiles de la Sociedad. El asociado se comprometía voluntariamente a no asistir a corridas de toros ni a otros espectáculos de lucha entre animales, además de cuidar de los jardines y montes.



             No tenemos datos que nos permitan conocer la difusión práctica de los objetivos perseguidos con la creación de sociedades infantiles, pero sí sabemos del empeño propiciatorio que desde la directiva se dio para su consecución.  En 1876 organizó un certamen  que recompensaría la mejor manera de propagar la protección de animales y plantas en las escuelas primarias, contando con un premio que fue aportado por uno de sus asociados.  En una solemne sesión pública se dió lectura al acta que daba a conocer el fallo del jurado, que otorgaba el galardón al catedrático del Instituto Provincial de Cádiz Don Alfonso Moreno Espinosa por su obra  Los seres inferiores que fue impreso en 1878 en Cádiz.

             En ese mismo acto académico el secretario de la sociedad, Don Romualdo Álvarez Espino, también catedrático del mismo instituto que el premiado, ofreció una conferencia sobre la importancia de la extensión de la idea proteccionista en las escuelas. La adscripción krausista tanto del premiado como del disertador convergían en la esperanza de que la educación de los niños y de los adolescentes se convirtiese en objetivo prioritario para la reforma de la sociedad española.  No es pues de extrañar que en el discurso la continua alabanza de la infancia llegase a afirmaciones como “disponer del niño es disponer del hombre: dominar la Escuela es dominar las naciones”, abandonando cualquier regeneración de los adultos por “cuánto cuesta y cuán difícil es desarraigar errores de espíritus ya viriles”. No debemos olvidar que en 1876, año de la convocatoria del concurso, el también krausista Don Francisco Giner de los Ríos se encontraba confinado en el gaditano castillo de Santa Catalina, lugar donde, al parecer, gestó la influyente Institutición Libre de Enseñanza que abundaba en las mismas ideas.

             Entre otros logros de la Sociedad Protectora encontramos que el Ayuntamiento de Cádiz añadiese en las ordenanzas municipales algunos artículos que castigaban con multas a los que ejerciesen actos de crueldad con los animales.   Pero fue su actividad antitaurina la que le dispensó un amplio conocimiento internacional. En agosto de 1875, siendo ya presidente Juan Copetiers, abrió un concurso para premiar a la mejor memoria sobre dicho tema. Se presentaron veinticinco trabajos. El trofeo consistió en 500 francos donados por la viuda de Daniel Dollfus, enviados desde la ciudad francesa de Mulhouse, y la publicación de las premiadas. Con posterioridad, la cogida del afamado diestro Frascuelo propició una exposición sobre la supresión de las corridas que fue remitida al Ministerio de Gobernación. A finales del año 1879 la Sociedad, apoyada por diecinueve sociedades extranjeras, envió una instancia al rey Alfonso XII para que ordenase la supresión de los espectáculos taurinos del programa de celebraciones que se habrían de celebrar con motivo de su boda. 

             Igualmente sabemos que premiaba a los que favoreciesen la aclimatación de plantas exóticas o propagasen las indígenas útiles.  En 1880 organizó una exposición de flores y plantas en el mismo lugar que un año antes había servido como sede de la Exposición Regional. Para tal certamen estableció una clasificación de productos a exponer, que dividió en cuatro clases, desarrollando un concurso simultáneo que premiaba los objetos destinados a mejorar la suerte de los animales. Asimismo, para tal actividad editó un reglamento de veinte artículos firmado el 15 de mayo.




            Desde julio de 1874 publicaba mensualmente el Boletín de la Sociedad Protectora de los Animales y las Plantas de Cádiz,  que añadía el lema “Compasión, Justicia, Higiene, Civilización, Moral”. Los ejemplares estaban preparados para encuadernarse por años (de julio a junio,) editando cinco tomos hasta junio de 1879. En los ejemplares consultados hemos encontrado referencias a la propia vida asociativa con la publicación de las memorias anuales y extractos de las sesiones directivas. Además, aparecen multitud de artículos  sobre la vida y curiosidades de animales,  cultivo de plantas y flores,  junto a otros de defensa de la conservación de la naturaleza. Entre sus afiliados honorarios contaba con destacados miembros de las sociedades protectoras de Londres, París y Palermo, además de un curioso Mister James Lick de la californiana ciudad de San Francisco. También tenía un centenar de socios residentes, y disponía de multitud de corresponsales en diversos pueblos y ciudades de España, así como en Berlin, Gibraltar, Hamburgo, Mont de Lans (Francia), Oporto, Oran, París, San Francisco,  Veracruz y Wies Baden (Alemania).  Desde  julio del  año 1879 la publicación pasó a denominarse  Anuario de la Sociedad Protectora de los Animales y las Plantas de Cádiz pero con una estructura semejante de cuadernillos mensuales. La Sociedad tuvo existencia hasta 1885.

martes, 19 de septiembre de 2017

CLUB DE LOS PATRIOTAS DEL CAFÉ DE ORTA 1813

ASOCIACIONES GADITANAS (III): CLUB DE LOS PATRIOTAS DEL CAFÉ DE ORTA 1813


José Jiménez Aranda 1889

Para conocer algo más sobre la importancia de los Cafés en Cádiz  a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX hay una extensa bibliografía tanto de Alberto Romero Ferrer como de Marieta Cantos Casenave además del sobresaliente post del amigo Javier Osuna en su blog:  http://losfardos.blogspot.com.es/2014/01/los-cafes-de-cadiz-de-la-discusion.html


Aunque expresamente desconozco el lugar donde pudo ubicarse el Café de Orta, la descripción de la Plazuela de Orta como un ensanche de la calle nos puede inducir que estaría en la zona cercana al encuentro de las actuales Valverde y Cánovas del Castillo.


Si bien la Tertulia política más conocida de la época de las Cortes de Cádiz se celebraba en el famoso Café del Apolo de la Plaza de San Antonio existió otra de extracción  más popular que se reunía en el Café de Orta, nombre de una plazuela ubicada en un ensanche de la actual calle Valverde. Conocido es que el actual nombre recuerda a un alcalde gaditano del siglo XIX que residió en esa calle que anteriormente fue conocida como del Vestuario, del Beaterio (de esta etapa seguro que el amigo Eugenio Belgrano nos puede aportar amplias referencias) y en un periodo corto del siglo XIX incluso como Los Balbos. Durante los años de las Cortes gaditanas al menos una parte de la calle se denominaba Orta, en recuerdo de un regidor de la ciudad de finales del siglo XVII que se llamaba Juan Orta.




La Tertulia que presentamos aquí era conocida como Club de los Patriotas del Café de Orta y también como Sociedad de los Patriotas. Sus contertulios eran principalmente artesanos y, por este motivo, no podían acudir como público a las sesiones parlamentarias los días de trabajo como lo solían hacer los habituales del Apolo. Tras el regreso de Fernando VII en 1814  el Café de Orta fue clausurado por el nuevo Gobernador, Villavicencio, que encarceló a su dueño José Rodríguez.  Los integrantes de la Sociedad también fueron incluidos en el mismo proceso seguido a los del Café de Apolo acusados de “horrorosos atentados hasta el inaudito y atroz extremo de poner en juicio y discusión la conducta de nuestro Soberano y condenarle a muerte”.

Justo Lobato, un zapatero gaditano, fue la figura más representativa del Club de los  Patriotas El personaje encargado de la lectura en voz alta de la prensa era el espadero José Bonhome, el cual interrumpía a mitad de su intervención la lectura para solicitar limosna con el que reforzar sus modestos ingresos. 
          Postal de la Plaza de San Antonio. En los bajos del edificio donde estuvo el Banco de Cartagena y actuamente se encuentran las oficinas de la Seguridad Social es donde estaba el Café del Apolo.

En marzo de 1813 las dos tertulias políticas gaditanas desarrollaron una actividad conjunta. Los patriotas del Café de Apolo realizaron una manifestación popular contra la negativa del vicario capitular de la ciudad a que se leyera en las misas del domingo día 7 el decreto que abolía la Inquisición. Protestaban igualmente por la propuesta de algunos diputados serviles de incorporar a la infanta Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII,  a la Regencia. Se dieron vivas a las Cortes, al rey Fernando VII, a los liberales y a las autoridades constitucionales. Al día siguiente los patriotas del Orta fueron a rendir homenaje a los del Apolo, visita que estos devolvieron al día siguiente. En setiembre del mismo año volvieron a coincidir en una manifestación que solicitaba que las Cortes no saliesen de la ciudad.

El rápido proceso contra los integrantes de ambas sociedades contó con las denuncias vengativas de periodistas adversarios del liberalismo y de reconocidos realistas como el conde de Montijo. Sin duda, uno de los testimonios más llamativos lo aportó el Conde de Buenavista-Cerro:
                   
                        "...Allí se reunían los revoltosos, compañeros e instrumentos de los Diputados; allí se gastaba el dinero en bebidas, licores y diversiones con profusión y se discutían y decidían los grandes puntos revolucionarios,(...), se proscribió a Obispos y diputados, se puso el "Árbol de la libertad" y la "Corona Cívica" y llegó a formar causa contra el Rey y condenarle a muerte...".

                     Álvaro Florez Estrada en un billete de 25 pesetas. Diputado por Asturias en las Cortes de Cádiz habitual participante en las Tertulias de los Cafés Gaditanos.
Curiosamente, son coincidentes las palabras del Conde con parte de la Orden inicial de apertura de la causa que recibe el gobernador de Cádiz el 23 de mayo de 1814 para arrestar a los tertulianos. No es de extrañar, pues, que la mayoría de los acusados fueran condenados a prisión e incluso a muerte, en el caso de Alvaro Florez Estrada,  que sólo pudo evitar gracias a su salida hacia el exilio poco después de la llegada de Fernando VII a territorio español.  Incluso se castigó a los locales, que fueron cerrados por orden gubernativa y, en el caso del Apolo, convertido en cuerpo de guardia para purificar su ambiente.  


Quien quiera conocer sobre Asociaciones gaditanas del siglo XIX. La Tesis de Juan Antonio Vila Martínez


http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-asociacionismo-en-la-ciudad-de-cadiz-1800-1874/


domingo, 17 de septiembre de 2017

SOCIEDAD CONSTRUCTORA DE EXTRAMUROS 1870

ASOCIACIONES GADITANAS II: LA SOCIEDAD CONSTRUCTORA DE EXTRAMUROS

Albúmina de la Calle de Adriano (hoy Avenida de Portugal) Al fondo Iglesia de San José. 1880 aprox

Vinculada a una Sociedad de Obreros del barrio de San José de tendencia republicana, al comenzar el año 1870 se creó una cooperativa formada por trabajadores y denominada Sociedad Constructora de Extramuros. En sus comienzos encontró la oposición del alcalde de barrio que impedía la reunión de sus integrantes. Solventadas estas prohibiciones, el 15 de marzo del mismo año aprobaba su reglamento. Centraba su objetivo primordial en la construcción de viviendas. Su sede se encontraba en la calle Arrecife (actual Avenida Ana de Viya) número 46.
Foto del sello de la Sociedad Constructora de Extramuros que aparece en sus Estatutos. Aunque la calidad de la foto no es buena intuyo dos chimeneas industriales, un rostro femenino, un compas y unas ramas .

La directiva se reunía todos los miércoles, celebrándose además asambleas generales todos los primeros domingos de cada mes. La fuerte presencia obrera del barrio de Extramuros posibilitó un fuerte apoyo electoral al partido republicano federal en los años del Sexenio Democrático. El Club de Extramuros desarrolló una tendencia organizativa que quedaba ampliamente influenciada por el cooperativismo cercano a las doctrinas  emanadas por Fernando Garrido. Hay que recordar que el inmediato éxito de los Pioneros de Rochdale en Gran Bretaña permitió constituir en el seno de la cooperativa una Sociedad de construcción de viviendas obreras muy parecida a la que aquí estudiamos.






Foto de Javier Osuna arriba del año 1992 del Recreo de San José en Avenida de Portugal esquina con la calle Bautista. Abajo:  estado actual de la misma finca.

En el mismo sentido la redacción del reglamento de esta cooperativa recogía objetivos que ampliaba su acción hacia la previsión. De una parte, expresaba que la unión de los esfuerzos de sus asociados debía redundar “en  beneficio de todos y cada uno de ellos”.También recogía la creación de un fondo económico común que, además de tener un sentido lucrativo, “lleven en sí la práctica de los adelantos sociales de la época, y proporcionar por este medio ocupación o trabajo a aquellos de los asociados que carezcan de él”. Esa ayuda mutua “en los apuros y necesidades” debía, además, servir para que entre los miembros de la Sociedad se generalizasen “los conocimientos teóricos y prácticos de la economía, el trabajo y la asociación desarrollando con la cooperación de todos las tres fuerzas productoras “Inteligencia, Trabajo y Capital”.

Otras viviendas de la misma Sociedad Constructora de Extramuros en la Avenida de Portugal como se puede observar tapiadas y abandonadas.
Atendiendo a esta premisa, los cooperativistas se dividían en tres clases según la manera con la cual  realizasen el pago de sus acciones.  Para ser socio capitalista se debía abonar una cuota de entrada de 20 reales de vellón y una semanal de un real. Estos miembros debían completar al menos cinco acciones de 100 reales de vellón. Ese mismo mínimo de participaciones era también exigido a los socios de la clase “por trabajo corporal”, que era la denominación de los ocupados en las obras emprendidas por la Asociación. Cada uno de ellos aportaría una imposición diaria que devengaría de su sueldo. El socio “por trabajo intelectual”  prestaba servicios de dirección o inteligencia a la Sociedad, que ésta siempre renumeraría en acciones. Cada miembro disponía de una cartilla donde se anotaban sus ingresos. Hemos hallado una en la Biblioteca Municipal de Cádiz a nombre de Juan Garratón Blanco que, inscrito en el mes de julio del mismo año 1870, tenía el 260 de número de asociado, lo que nos permite suponer una elevada aceptación del ideal cooperativo.


Viviendas de la calle Bautista (al fondo Plazoleta del Árbol). Encima del pretil de la cornisa se pueden observar algunos florones de piedra característicos de las construcciones realizadas por la Cooperativa en el último cuarto del siglo XIX.
Un cuadro demostrativo, aparecido en el propio reglamento, nos muestra de una manera didáctica las cantidades a pagar por cada afiliado para la construcción de una casa tipo, que incluido el 10% de beneficio industrial, tuviese un costo inicial de 10.000 reales de vellón. Como se puede comprobar en la referida tabla se permitía hasta 20 años para el pago de la vivienda, sumando siempre un 6 % de interés adicional al año.


Puertas de dos de las viviendas que aún queda en pie pero también abandonadas en la Calle Recreo
La trascendencia alcanzada por esta cooperativa se demuestra por la denominación, aún en la actualidad,  de la calle “Sociedad” en el lugar donde inició el proceso de urbanización del barrio. Manuel García del Álamo fue el arquitecto que diseñó los planos de unas humildes viviendas que, en algunos casos, han perdurado hasta nuestros días. Construcciones de una sola planta con abundancia de habitaciones y un patio interior amplio y soleado configuraron un singular y homogéneo barrio con fachadas que ofrecían una decoración clásica con pilastras y unas azoteas coronadas por florones de piedra.


En la calle Batista quedan al menos dos edficios aún habitados como mudos testigos de aquellas casas unifamiliares de patio central que aún perduran casí ciento cincuenta años después de su construcción


Si quieres saber más sobre Asociaciones gaditanas del siglo XIX. La Tesis de Juan Antonio Vila Martínez
http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-asociacionismo-en-la-ciudad-de-cadiz-1800-1874/

viernes, 15 de septiembre de 2017

MONTEPIO DE PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS 1803

ASOCIACIONES GADITANAS I:
Comenzamos nueva sección del Blog con una de las últimas manifestaciones mutualista del Antiguo Régimen nacida en Cádiz: El Montepío de Pilotos de la Carrera de Indias.



Montepío de Pilotos de la Carrera de Indias
La abundante presencia en el puerto gaditano de embarcaciones de todo tipo propició el contacto de hasta 78 individuos del cuerpo de pilotos para crear un montepío que pretendía cubrir, mediante una cuota periódica durante la vida laboral de sus miembros, las necesidades de sus asociados en momentos de “angustias y aflicciones”. El beneficio sería percibido por el afiliado cuando la vejez o la enfermedad le impidiesen ganarse el sustento con  su trabajo y también amparaba a la familia directamente, tanto en vida como tras el fallecimiento del piloto cotizante.




             Tras el trabajo previo de extensión de la idea, nombraron a Antonio Figueroa, primer piloto de la Carrera de Indias, para dedicarse “con  todo esmero a la organización y práctica del Monte-Pio”.  Éste envió el reglamento acompañado de un memorial a Godoy, como “generalísimo de mar y tierra”, que tras emitir los correspondientes informes comunicó la intención de los pilotos al rey Carlos IV  el cual expidió una real orden, fechada el 25 de febrero de 1803, concediendo el permiso para su formación.



En la portada de los estatutos impresos publicaron el sello de la entidad, una preciosa lámina en forma de cuadro enmarcado, que tiene como fondo la propia ciudad de Cádiz y el mar. En un primer plano aparece una mujer vestida de negro junto a dos niños, símbolos de la viudez y la orfandad, que imploran el socorro de la piedad, personificada en otra mujer sentada, vestida de blanco y que cubre su rostro con un velo. Con la mano izquierda, la piedad acaricia la cabeza de otro niño, mientras con la derecha sostiene un cuerno de la abundancia.
Una tórtola sobre el marco superior del cuadro representa el amor conyugal y una cigüeña, junto a la mujer vestida de blanco, el amor filial. Descansa el cuadro sobre una repisa en la que aparecen esparcidos diversos instrumentos relativos a la profesión de piloto, como un octante, una corredera y una brújula.



Como en la mayoría de las corporaciones típicas del Antiguo Régimen, asumía la presidencia de forma nata una autoridad ajena a los integrantes que, en este caso, fue el comandante militar. Disponían además de una junta gubernativa compuesta por un director-tesorero, un secretario-contador y  cuatro vocales. La elección se realizaba a pluralidad de votos entre los socios asistentes a las juntas generales que se celebraban cada mes de mayo. Si bien los vocales eran nombrados por un año, tanto el director como el secretario lo eran por dos, concediéndoseles además un sueldo de 12.000 reales para el primero y de 8.000 para el segundo.

El segundo capítulo de los estatutos se dedicó a las contribuciones que debían satisfacer los afiliados, que quedaron establecidas de acuerdo con las anotaciones del rol de la comandancia de matrículas del puerto de Cádiz. Quedaban exentos de contribución los viajes a otros puertos de la península y Baleares, siempre y cuando no se continuase a otros puertos extranjeros. Para el resto de los viajes se fijaba un pago, igual para todas las clases, de “diez pesos de a quince reales de vellón” antes de la salida, además de un cuatro por ciento de los sueldos que deberían satisfacer al regreso. El difícil control de tales aportaciones, y el reconocimiento expreso de que la buena fe y voluntad de los pilotos por experiencia no se había acreditado, motivaron el pago de una asignación al escribiente de la comandancia para que verificase las cantidades a satisfacer por cada miembro. Para percibir los beneficios de la asociación el piloto debía haber contribuido al menos con tres mil reales de vellón.


En el tercer capítulo se recogía la forma de disfrutar las pensiones, que se unificaba para todos los afiliados en una misma cantidad, veinticinco pesos de a quince reales de vellón. Se beneficiarían de su cobro tanto los pilotos  de avanzada edad, que no quedaba  especificada, como los que hubiesen perdido facultades por achaques o enfermedad para continuar navegando.. En caso de fallecimiento del socio, las ventajas serían gozadas, por este orden, por la viuda (siempre y cuando no volviese a casarse), los hijos de manera mancomunada  (varones hasta los 16 años y hembras hasta su establecimiento en cualquier estado que elijan). Si el fallecido no hubiese dejado mujer e hijos legítimos podían disfrutar de la pensión igualmente sus padres si viviesen. Todos, siempre y cuando su conducta “fuere conforme a la moral cristiana, buenos usos y costumbres de este Reyno”. Después de establecer las maneras de justificación prevenidas para disfrutar de los beneficios y de los derechos y deberes de los diferentes cargos directivos y de las juntas generales, los estatutos concluyen en su último artículo expresando el patronazgo de María Santísima del Carmen y de San Francisco Javier.

domingo, 10 de septiembre de 2017

SÍ EL FICUS DE LA CASA DE LA CAMORRA HABLARA O HABLASE ...

ONDA EMPEDRADOR 5 (I):



Visión aérea del Ficus desde el módulo 2, al fondo la cornisa de la fachada del Salón bajo de La Camorra en la azotea del módulo 3.

Inauguramos esta nueva sección del blog para ir aportando de una manera sistemática nuevas historias desarrolladas en la Casa de la Camorra. Hoy, un espectador vivo que asombra por su porte y que ha dado sombra desde hace unos ciento ochenta años al patio central del actual Centro Municipal de Artes Escénicas de la antigua Calle Empedrador denominada ahora Arbolí. Por cierto, el nombre no es por este árbol sino por el apellido de un obispo de Cádiz del siglo XIX.
Próxima visita Guiada a La Camorra Martes 12 de septiembre de 2017 a las siete. Apuntate mandando un correo a coleccionocalendarios@hotmail.com



A mediados del siglo XVIII, por influencia de la Ilustración,  nacieron en algunas ciudades europeas unas Asociaciones adjetivadas como “Económicas”  que partiendo de la idea de una mejor distribución de la riqueza, fomentaron una nueva forma de entender la actividad agrícola y expandieron la educación como un instrumento para lograr estos objetivos.
En 1765 se constituyó en Vergara la primera de España con la denominación de “Real Sociedad Bascongada”. Habitualmente añadieron la denominación “de Amigos del País” y fueron favorecidas por Carlos III y sus ministros. Entre 1775 y 1786 se crearon hasta cuarenta y cinco, entre ellas la Matritense, que se convirtió en modelo y supervisora de las demás. En  la provincia se fundó una en Puerto Real en 1785. En Cádiz, al parecer, hubo hasta tres intentos fallidos para su constitución en 1774, 1778 y 1784 siendo este último el más consolidado de los proyectos elaborando incluso unos estatutos. No debe ser casual que en ciudades como Barcelona, La Coruña, Bilbao o la propia Cádiz este tipo de Sociedades no prosperasen por disponer de Consulados de Comercio que tenían objetivos muy semejantes a las Económicas.

Medalla conmemorativa con el escudo de la Sociedad Gaditana de Amigos del País.

Un real decreto de las Cortes de Cádiz fechado el 8 de junio de 1813 ordenaba a los Ayuntamientos de ciudades importantes que no tuviesen aún Sociedades Económicas que colaborasen en su establecimiento. A finales de ese mismo año se realizan las primeras reuniones para la formación de la Gaditana y en la simbólica fecha del 19 de marzo de 1814 se reúnen 45 vecinos de la ciudad para su constitución. Pocos días después se aprobaba un reglamento provisional. Comenzaba así una amplia trayectoria que alternó momentos de amplia actividad con otros de crisis que provocaron su desaparición a finales del siglo XIX para volver a reconstituirse en 1910 finalizando su existencia en 1932.
Dividida en Secciones o Clases tuvo entre sus más activos socios a Tomas de Sisto, Benito de la Piedra, Antonio Cabrera (el Magistral de la Catedral) o José Vargas Ponce por nombrar a algunos. Desde  la Clase de Educación se atendió una de las grandes preocupaciones de la nueva asociación: el deplorable estado de la enseñanza en la ciudad. En agosto de 1819 se logró abrir en el Callejón del Tinte una escuela gratuita para niños que adoptó el sistema de enseñanza mutua.

Espacio donde actualmente se encuentra el Rectorado de la UCA lugar que albergó el Jardín de Aclimatación de la Sociedad Económica Gaditana de Amigos del País.
También fue muy extensa en los primeros años de su existencia la Clase de Agricultura. El proyecto más significativo fue el cultivo de la cochinilla o grana paralelo al de la aclimatación de nopales o tunas. Además de socios ordinarios, la Sociedad contaba con socios corresponsales dispersos por todo el mundo. Desde la mejicana ciudad de Santa Cruz el corresponsal Pedro José Carazo envió al socio Ildefonso Ruiz del Río  siete variedades de nopales con cochinillas, además de unas instrucciones para su cuidado.  Presentadas a la corporación a finales de marzo de 1820 la suerte acompañó el proyecto que obtuvo, primero la cesión de un Jardín junto al Hospital Militar para la aclimatación de las plantas y, posteriormente, el apoyo de la Corona que mediante una Real Orden, dictada en julio de 1824, gravaba mensualmente con 20 reales a cada tienda expendedora de bebidas alcohólicas para mantener los gastos del Botánico. El Gremio de Expendedores de Vinos y Licores, más conocidos como Los Montañeses por estar copado por la amplia colonia cántabra, a pesar de sus quejas, fue el vehículo no sólo para aclimatar tunas y cochinillas sino también otras especies botánicas que llegaron de diversos continentes a través de socios corresponsales. Es probable que desde el sudeste asiático se enviasen semillas de un Ficus denominado Benjamina o Reganina que también fuera aclimatado en el Botánico gaditano y que tras su crecimiento fueran traspasados a los escasos jardines públicos de la ciudad.




El consumo de vino debía ser tan abundante que el impuesto que llegaba a la Sociedad Económica Gaditana permitió además mantener las Escuelas lancasterianas. Como señaló en su conferencia el profesor Don Rafael Ángel Jiménez, en los pasados Cursos de Verano de 2017, en 1826 las escuelas pasaron a ubicarse en el edificio de la Calle Empedrador. Primero la femenina y posteriormente la masculina.
Grabado que muestra el proceso de Enseñanza Mutua de Bell y Lancaster.

La amplitud del edificio, que había sido confiscado durante la Guerra de la Independencia, permitió que también se albergasen progresivamente  la Secretaría y las diferentes Clases de la Asociación. Entre 1826 y 1840 ocuparon el edificio y es probable que el Ficus Benjamina que preside el Patio Central del actual Centro Municipal de Artes Escénicas fuera plantado en esos momentos. Estaríamos hablando de casi dos siglos de vida que tendrían que certificar los biólogos cuando lo analicen.




El porte actual que supera los diez metros de altura nos puede manifestar su antigüedad. Madoz en su Diccionario Geográfico publicado en 1846 nos ofrece la referencia en la página 175 de la existencia en el Jardín de la Sociedad Económica Gaditana de varios ejemplares de "Ficus Regalina".


Arriba las hojas del Ficus Benjamina pequeñas y alargadas como podemos ver en el ejemplar del Centro Municipal de Artes Escénicas. Este árbol también es conocido como Laurel de Indias. La actual calle Barrocal, muy cercana a Arbolí, se denominaba antes Calle del Laurel, al parecer porque en el siglo XIX una casa de esa calle tenía en su jardín un ejemplar semejante al que tenemos en La Camorra. No hay que confundir con los magnificos ejemplares del Hospital de Mora (plantado hacia 1903) y los de la Alameda que son de la variedad "Ficus Rubigonosa", de hoja mucho más grande y ancha como se puede observar en las imágenes de abajo.




mapa

PRESENTACIÓN

Mi Fournier más antiguo es del año 1953. Concretamente uno de Cinzano. En total tengo 12 de esa década. De 1955 uno de Hispano Olivetti. De 1956 dispongo uno religioso de Nuestra Señora de las Lágrimas. De 1957 tengo además de la misma Virgen otro de Santo Domingo Savio. El mismo santo lo repito en 1958 junto al primero de los que editó CAJA POSTAL.
De 1959 tengo 5: CAJA POSTAL, ANTICARIOL, BRANDY FELIPE II, BRANDY GALEÓN y MARIA AUXILIADORA.

FOURNIERS DE LOS CINCUENTA

FOURNIERS DE LOS CINCUENTA
Cinzano 1953